Anima Adversa

Espíritu de contradicción.

sábado, julio 31, 2004

I (robot) love you

He encontrado una pequeña perla por esos cibermundos de Dios.
Se trata del blog de Silvara, recomendable por su sentido del humor con el punto justo de acidez y con bífidus activos que ayudan a renovar tu flora intestinal.

Reproduzco a continuación un post reciente de dicho blog, sin consentimiento expreso, pero con el derecho que me otorga la licencia GCPPL (General Copy and Paste Public Licence). X')

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Si me pinchas, sangro... sabes?

A veces me gustaría decirle cuánto le quiero.
A veces me gustaría llamarle y hablar con él largo y tendido sobre tonterías de la vida.
A veces me gustaría que sintiese lo mismo por mí y que no me hablase despectivamente.
Me gustaría que dejase de verme como una niña que no sabe nada de la vida, que vive en su mundo y se lo dan todo hecho.
Me gustaría que dejase de eludir sus sentimientos y los míos, que dejase de actuar como si nunca hubiera pasado nada en cada situación incómoda.
Me gustaría que me enseñara sobre la vida y sobre él y no me deja, no quiere.
Me encantaría que me abriese su corazón porque es lo que yo estoy esperando.
No quiero que se nos agoten las ideas y temas de charla ni quiero que empiece a resultar monótona yo misma.
Me gustaría que alguna vez me dijera si me aprecia en algo estoy harta de las suposiciones y los vacíos temporales.
Me gustaría tanto tenerle cerca para poderle achuchar de vez en cuando y quedar a tomar un helado y hablar cara a cara.
Yo no pido la luna, ni pido el mar... yo sólo quiero que me quiera como le quiero yo a él. Y si el sentimiento del amor es complicado... el de la amistad es para calculines del corazón.
Tan difícil es que me aceptes y que no pagues conmigo tu mala jornada?
Si me pinchas sangro... sabes?
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Bonito, ¿verdad?.

Cualquiera podríamos haber escrito esto en algún momento de nuestra vida, ¿no?. Vale, puede que no exactamente así, para los pejigueras ahí va este parche:
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replace("él", "ella");
replace("*le", "*la");
---- 8< --------- 8< -----
¿Ahora mejor?. Pues eso, que uno se sorprende al darse cuenta de lo parecidos que somos todos en asuntos de amor. Mirado friamente es un proceso mecánico y rutinario, casi estaría dispuesto a creer que se podría automatizar. No es una idea nueva, ahora que caigo. El tito Asimov incluso iba más allá, sentaba ni más ni menos que las bases de la robótica en un simulacro de este sentimiento. Sus famosas leyes de la robótica:
  1. Un robot no debe dañar a un ser humano o, por su inacción, dejar que un ser humano sufra daño.
  2. Un robot debe obedecer las órdenes que le son dadas por un ser humano, excepto cuando estas órdenes están en oposición con la primera Ley.
  3. Un robot debe proteger su propia existencia, hasta donde esta protección no esté en conflicto con la primera o segunda Leyes.
Bonito, ¿verdad?.

viernes, julio 30, 2004

Con su misma moneda

Hoy me han intentado timar.
Y no ha sido un chorizo vulgar y corriente por la calle, que tendría su lógica porque al fin y al cabo es su oficio. Lo que me jode es que me ha intentado timar la taquillera de la línea de autobuses Santa Pola-Alicante, la que me vende el bono todas las semanas. Y digo el nombre de la empresa porque se merecen toda la mala prensa que se les pueda dar: Autobuses Baile.

Aprovecho para recordar a quienes no lo sepan, que esta panda de piratas dan un servicio tercermundista a precios abusivos, y con carencias en seguridad, comodidad e higiene que claman al cielo. Y por si fuera poco tratan a sus empleados como esclavos y a sus pasajeros como ganado. (Cómo me voy a reir cuando alguien busque en el Google "Santa Pola autobuses").

Pues bien, resulta que comprando mi bonobus, me devuelve el cambio en billetitos de 5 euros. Me chocó, pero no le dí importancia. Hasta que ya en la oficina me doy cuenta que la muy p...érfida me había colado un billete con toda la banda lateral arrancada y con el número de serie cortado.

Dispuesto a vengar la afrenta, volví a la taquilla a comprar otro bono. Por supuesto, pagué con el billete roto, habilmente camuflado bajo otro "sano". Afortunadamente coló y obtuve mi venganza sin necesidad de pelear.

¡Que decepción!, una criatura tan bella y a la par tan malvada...
Pues ya no me enamoro de ella, ¡hala!.

sábado, julio 17, 2004

Ruta Mágica

Hoy he descubierto algo que me ha resultado reconfortante. Resulta que
tengo una ruta mágica y no me había dado ni cuenta. Y me he dado cuenta
de su existencia recorriendola de forma inconsciente hoy, una vez más,
mientras volvía de ver una peli con unos amigos.

Es una especie
de mini Camino de Santiago, una ruta que al recorrerla uno se sumerge
en un estado espiritual propicio para encontrarse con uno mismo.


Sí, ya sé que suena raro, pero estoy convencido de que es cierto, de
que entorno a ese camino hay algo mágico que me atrae. Ojo, no hablo de
que sea un sitio por el que me guste pasar porque es bonito. Es algo
más profundo, me atrae de verdad, es la ruta la que me llama. Mejor
dicho, me obliga a recorrerla. Y lo hace en momentos que casualmente
son para mí críticos emocionalmente.

El lugar en cuestión, con
ligeras variantes, es la carretera que une Torrellano con El Altet,
bordeando la valla del aeropuerto. Bueno, ese sería solo un tramo de la
ruta, pero es en el que más noto el poder.

Esa carretera la uso
como atajo a veces cuando vuelvo a casa desde Elche. Pero no me gusta
recorrerlo de noche porque es demasiado solitario. De modo que hoy para
volver de Elche cogí la carretera de Santa Pola, que debía haber
previsto que estaría atascata por ser viernes.

Inmerso en la
carabana me empezaron a dar tentaciones de volverme. Y aunque ya estaba
muy cerca de Santa Pola, y el tráfico empezaba a hacerse más fluido, no
se bien por qué me dí la vuelta en el primer cambio de sentido, deshice
todo el camino hasta Elche, cogí la carretera de Torrellano y me desvié
hacia El Altet a la altura del polígono.

Y allí, en medio del
campo, en una carretera comarcal, totalmente a oscuras salvo las
lejanas luces de posición de las pistas de aterrizaje del aeropuerto,
lo ví claro. (Coincidió que di las largas en ese momento, pero no creo
que tenga nada que ver). Me rondaba vagamente el recuerdo de la última
vez que pasé, pero no acababa de situarlo en mi memoria. Entonces
llegué a la glorieta de la gasolinera, la que bifurca el camino hacia
El Altet y hacia Elche. Y vi unos pilotos azules muy chulos que se
encienden al acercarse un coche y marcan el contorno de la glorieta.
Solo había visto otra vez esos pilotos (no llevan mucho tiempo
puestos), fue volviendo de la última boda que asistí. Ese también fue
un día emocionalmente delicado.

Y recordando otras veces que
había pasado por allí me vinieron a la memoria otros tantos momentos
delicados (unos buenos, otros malos) vinculados a ese lugar.


Ahora estoy convencido de que es verdad, hay lugares que son
especiales, en los que el vínculo del espíritu de uno y el de la tierra
es más fuerte.